16 Oct 16 de octubre. DÍA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN
La sociedad del bienestar que nos venden como la panacea, como el mejor hallazgo, no es tan complaciente y abundante como la pintan, hay dos aspectos a considerar; el primero tiene que ver con el acomodo social, y el otro, con el individualismo acérrimo. Cuando, por el contrario, deberíamos comportarnos como almas activas, con ideas y pensamientos en defensa del colectivo humano en su conjunto.
Es cierto que hay situaciones que han mejorado bastante, aunque eso dependerá de donde uno haya nacido.
En lo que respecta a la alimentación, es necesario una mirada holística para dar reflexiones de cierta credibilidad. Estamos en un nuevo tiempo, donde debemos tomar conciencia de todo lo que se ha hecho y tomar la libertad para organizar acciones que permitan un modelo culinario adaptado a las necesidades del colectivo humano, estamos viendo anomalías y nadie explica el porqué. El poder financiero y el impacto de la especulación alimentaria debe dar paso a una nueva cultura alimentaria en sintonía con las necesidades del planeta azul. Debería empezar a preocuparnos lo que ocurre en la Tierra o en el pueblo de al lado.
Las situaciones y la ausencia de decisiones, crean graves problemas, cuando todo en la vida está fundado por el reconocimiento a uno mismo, a nuestros semejantes y en el respeto de los valores universales. Reconocer que cada uno somos una parte importante pero complementaria a las demás, eso nos da una dimensión mayor de lo que es la vida en sí misma.
El alimento, la cocina y la gastronomía deben expresar una nueva relación con el planeta, la conexión y vínculo entre los reinos de la naturaleza debe guardar una total armonía. La cocina sostenible y local existe desde los orígenes, lo que toca ahora, es buscar un nuevo equilibrio entre el plato y el planeta. Los verdaderos protagonistas somos todos los seres humanos sin excepción.
La cocina domestica casi ha dejado de tener su función en los países desarrollados, ese lugar de reunión donde la familia compartía, reía, se relajaba y conciliaba el alma de grupo y de la convivialidad, esa singularidad cultural ha quedado reducida a un espacio que toma vida ocasionalmente. Deberíamos recordar que hemos asumido la desaparición de esa dependencia que daba y suministraba los víveres a la cocina, la despensa, posibilitaba una autonomía plena durante un espacio de tiempo y brindaba la posibilidad de crear e investigar en torno a la cultura y tradiciones gastronómicas y/o populares.
Actualmente, estamos viendo como el espacio de las cocinas está limitándose a un cuarto pequeño y con una intención de hacernos dependientes y vulnerables ante situaciones imprevisibles. Lo preocupante, es cuando uno observa que los alimentos que hay en los mercados, en un porcentaje muy alto son importados o vienen de destinos nacionales muy alejados a nuestro lugar de residencia, mientras contempla tierra y agua sin uso alguno y trabajadores parados por voluntades irracionales.
Ni la analfabetización gastronómica basada en las marcas e intereses privados de los mercados, ni los tambores de los políticos van a hacer nada por la sostenibilidad, el cuidado social y del planeta a través de la alimentación.
En este momento, el sentido común, las pequeñas cosas, son la llave para comprender los grandes acontecimientos; los pensamientos, las ideas, las palabras deben ser creadoras de un tiempo nuevo. La vida social, económica y política van a cambiar, las preguntas que debemos hacernos son; ¿cómo vamos a colorear y vivir las cosas? ¿Qué proyecto visualizo? ¿Cómo me enfrento a quienes no piensan como yo?
Con calma y una posición responsable la conciencia aumenta, nuestra proyección en nuestro entorno y todo cuanto hacemos son actos sagrados. Hay que afrontar este nuevo tiempo con rectitud, certeza y posición interior.
La relación con la Tierra tiene que cambiar, el modelo social consumista va a dar paso a un nuevo modelo alimentario. Estamos conociendo el agotamiento de la Tierra por la acción del hombre. La cultura de la globalización no ha funcionado y la cultura del sprint genera problemas. Tenemos que ralentizar la vida que llevamos y descubrir el arte de vivir.
Hay que empezar a darse cuenta de lo que hemos hecho y lo que vamos a tener que hacer a partir de ahora; cambiar la actitud, repensar que comemos, analizar que necesitamos, etc, …
La Tierra está hablando, la sociedad debe dar un cambio para crear una nueva relación con el planeta que habitamos. Tenemos que prepararnos para ese cambio, lo que viene no es negativo, es otra concepción en nuestros hábitos y maneras de relacionarnos con el planeta.
La conducta alimentaria juega un papel vital en la conformación de este nuevo paradigma en la Tierra. Hay un futuro posible y positivo para todo el colectivo humano. Tener en cuenta a los demás, abrir la mirada como lo hacen las águilas. Tener sentido de la realidad y no dejarnos llevar por la sensibilidad, la comunicación es vital para consensuar y entenderse, paciencia, tolerancia y pensar en positivo para que lleguen las buenas ideas, las bellas acciones.
Rigor y fuerza para desarrollar un concepto nuevo de alimentación, donde la gastronomía sea resultado de la armonía entre la fertilidad de tierra y la biodiversidad vegetal y animal. Argumentos que son consecuencia de la conciencia humana y nos deben hacer reflexionar de cómo debe ser el verdadero vínculo entre -alimentos, personas y planeta- en cualquier rincón de la Tierra.
Libertad, integridad y complementariedad dan las llaves a nuestras vivencias y las respuestas a nuestras preguntas para descubrir una alimentación humana en equilibrio con el planeta.
Cambiando el hábito de comer, cambiamos el mundo.
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