27 Septiembre 2020 -Día Mundial del Turismo-

27 Septiembre 2020 -Día Mundial del Turismo-

En el año 1980, la ONU declaro el día 27 de septiembre como “Día mundial del Turismo”. 40 años después el turismo ha cambiado muchos conceptos en nuestras vidas, tanto a los turistas como a la propia industria. A través de las estructuras del turismo se han podido conocer casi todos los rincones del mundo, intercambiar culturas, conocimientos y dar la posibilidad de reconocer la grandeza del planeta Tierra, en todas sus facetas.

Como todo en la vida, cada moneda tiene dos caras. Las consecuencias del turismo sobre el planeta y los países receptores han dado alegrías y también situaciones complejas. Es necesario tomar consciencia que cuando dañamos al planeta y a personas nos estamos haciendo una herida a nosotros mismos.

En algunos países el turismo se ha convertido en la principal fuente de generar riqueza, de manera general se ha trabajado en un modelo donde el poder y el dinero han sido la fuerza con la que se ha construido un modelo de negocio que al final es vulnerable por la dependencia que tiene frente al alimento, el agua, etc,.. o por la presión que ejerce en espacios protegidos por su interés general.

Fiesta de la Perola en Vargas -Cantabria-

La OMT declara el 2020, como “Año del Turismo y el Desarrollo Rural”. El secretario general de la OMT, Zurab Pololikashvili ha dicho; – El turismo ayuda a las comunidades rurales a conservar su singular patrimonio natural y cultural, apoyando proyectos de conservación, muchos de los cuales protegen especies en peligro o tradiciones o sabores pedidos.

Es obvio que es una excelente propuesta y una medida que contribuirá a cambiar cosas. Aunque sinceramente creo que el rol y el papel que juega el alimento y la cultura gastronómica tradicional van mucho más allá de lo que indica la OMT. Para este cambio, hace falta la plena libertad de los pueblos y de los países tanto de las zonas más desfavorecidas y en vías de desarrollo como aquellos destinos en países desarrollados. Para ello, se necesita algo más que gestos, solo voluntades férreas y certeras permitirán que el turismo sostenible se construya en base a un mejor uso de los recursos propios. Se debe reconducir el modelo económico supremacista que hace dependientes y vulnerables los territorios.

El modelo económico global es la causa de este desorden, el colectivo humano permite que unos pocos tengan el poder y se proclamen dueños y señores de los recursos de países a los que llamamos (en vías de desarrollo) que cuentan con una riqueza inmensa, el poder explota todos los recursos a cambio de un retorno pecuniario ínfimo, luego dicta normas y leyes con gobiernos comprados para hacerlos dependientes de materias básicas, especialmente aquellas que tienen que ver con los recursos fitogenéticos.

Dedicar recursos y tiempo para llevar alimentos y materiales al destino turístico es un grave error con consecuencias para el planeta y el colectivo humano. Fomentar el cultivo de alimentos tradicionales es una necesidad de primer orden para mantener la biodiversidad vegetal y cuidar el reino vegetal, primar la ganadería extensiva para salvaguardar la fauna local y proteger el reino animal es una tarea a tomar en consideración. El reino humano y su posición de consciencia son claves para la expresión de la cultura gastronómica identitaria en cada rincón del planeta.

Fiesta del crespillo en Barbastro -Huesca-

Se debe acabar con el trasiego de alimentos y ganado de una parte a otra del planeta y empezar a trabajar con propuestas y proyectos profundos que busquen el equilibrio entre el ser humano, el planeta, el alimento y el turismo.

-Que viajen las personas y no los alimento y las cosas-, en definitiva adaptación para un nuevo tiempo, se debe acabar con esa falsa idea de querer tener de todo en cualquier parte del globo. El turismo sostenible se debe fraguar en lo esencial y en las buenas intenciones donde el objetivo común y los beneficiarios sean el colectivo humano.

Quizás debería llamarse “Turismo Humanista”, el modelo de turismo que debe emerger para hacer tomas de consciencia a todos los niveles, es momento de empezar a pensar el daño que hemos hecho al planeta. Viajar y comer cosas que no guardan relación con el lugar de destino es un acto que tiene consecuencias muy nefastas para el planeta y para la humanidad.

El turismo debe trazar una nuevo camino para llegar a un destino donde la convivencia y el compartir entre los seres humanos sea plena, decisiones justas y sin sufrimiento, donde el respeto al planeta se convierta en una evidencia de primer orden y el rol del alimento permita comer en base a criterios de sostenibilidad y tradición culinaria local. En definitiva viajar y comer disfrutando del gusto por la vida, la diversidad y la libertad.

El turismo está en juego, pero no perdamos de vista la situación que corren muchas personas por hambre, guerra o abusos. Entender que para que el equilibrio en la vida y en el planeta se de, no puede estar en manos de la economía. La posición de los turistas, las acciones que cada individuo realiza como parte del colectivo humano tienen consecuencias, por lo que debemos apostar por unas decisiones justas para crear un modelo turístico ligado a cada rincón del planeta. Es momento de trazar alianzas donde cada uno sea un ejemplo en base a sus gestos, obras y palabras.

En este momento que nos toca vivir, con las mismas palabras vamos a decir cosas nuevas, pongamos amor y fe sobre las palabras para construir un nuevo concepto a la hora de viajar «Turismo Humanista» en este nuevo tiempo.

¡¡Que así sea¡¡

Ismael Ferrer

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