23 Ene EL MAESTRO, LOS SUEÑOS Y LAS TRUFAS
El maestro y los sueños.
Un día de invierno en un pueblo del Pirineo Oscense, salió el maestro a dar un paseo antes que cayera la noche. A los pocos minutos encontró al señor Joaquín que regresaba del monte.
El profesor, le pregunto. ¿A sus años y aun tiene fuerzas para salir al campo?
Joaquín, lo miro y contesto. Si no fuera a por trufas no andaría más de 4 pasos al día.
Joaquín, parecía cansado después de más de 8 horas de andar por la sierra, llevaba las ropas húmedas y portaba un pobre premio después de una jornada de esfuerzo.
El hombre mayor, le explico:
Esto de salir a buscar trufa, ya no es lo que era. ¡No hay leche para tanta vaca ¡ Llevo 50 años haciendo lo mismo, a mi edad que otra cosa uno puede hacer. Hasta los sueños se han borrado de mi cabeza, no tengo familia y los días pasan sin más aliciente que al despertar ver a mi perra como sacude el rabo esperando a que me vista para salir al campo a por trufas. El señor – miro al profesor de nuevo – saco unas trufas de su morral, y le dijo. ¿Estas, son para usted? Y acto seguido, salió hacia su casa para buscar el calor del hogar, cambiar las ropas y tomar algo caliente.
El maestro, cogió las trufas entre sus manos y olio los magníficos ejemplares que le acaban de regalar. Así, sus manos quedaron impregnadas al igual que su nariz de ese enigmático aroma que emite la trufa negra. Después de varios segundos, volvió a dejarse seducir por el olor de las trufas y acto seguido las guardo en su chaqueta. Prosiguió su paseo pero las palabras de Joaquín, no lo habían dejado indiferente, pues al llegar a casa se puso a pensar y reflexionar sobre lo que había querido decirle.
El maestro aquella noche apenas durmió. Al día siguiente, tan pronto entraba un niño en la clase le decía, deja todo en tu pupitre y ven alrededor de mi mesa. Así hasta que entraron todos.
El maestro la noche anterior había tenido un sueño y hoy estaba dispuesto a dar una lección a sus alumnos.
Entonces el maestro saco las trufas de su bolsillo y las puso sobre la mesa. Pregunto. ¿Sabéis que esto? Todos los niños proyectaron su mirada sobre la mesa del profesor a la velocidad del rayo. Algunos de ellos se mostraban indiferentes pues nunca antes habían visto una trufa y se quedaron pensativos de que podía ser aquellas bolas negras envueltas con algo de tierra. Pocos segundos después el perfume embriagador de la trufa ya había llenado el espacio donde estaban y parecía que los había hipnotizado a todos ellos pues no dejaban de observarlas. Otros niños, si habían oído hablar en sus casas pero cuando preguntaban nunca les decían nada. Solo unos pocos si habían visto antes otras como aquellos bonitos ejemplares de trufa negra de invierno.
Acto seguido, el profesor pregunto de nuevo. ¿Alguien me sabría decir, qué veis? Uno por uno cada niño contesto. Algunos apuntaban algo negro que huele muy fuerte, otros añadían una trufa, y otros continuaban permaneciendo asombrados por el olor, color y forma de aquellas bolas tan raras y a la vez mágicas.
El profesor totalmente convencido de querer dar una verdadera lección a sus alumnos, volvió a preguntarles; decidme la verdad ¿Qué veis? Y entonces, se hizo un silencio, solo roto por el delicado perfume de la trufa. Los niños se quedaron pensativos, dejaron de mirar la trufa y por unos segundos se precipitaron en ver la cara del profesor. No sabían que estaba pasando ni eran capaces de intuir que pretendía su profesor esa fría mañana de invierno.
El niño más audaz de la clase, rompió el silencio y pregunto al profesor, y usted. ¿Que ve? El maestro, miro a los niños y les dijo. Deberás queréis saber qué es lo que yo veo cuando observo estas maravillosas trufas. Los niños contestaron al unisonó ¿Sí?
Parecía como si la clase y el aroma de la trufa se hubieran integrado de tal manera que todos ellos estaban absortos por la sutil fragancia que emitían aquellas trufas. Por un momento el pensamiento de los niños se quedo ausente y nadie recordaba que en unos instantes iban a descubrir el secreto que guardaban aquellas trufas.
El tiempo parecía detenido y simulaba como si un milagro estuviera a punto de suceder.
Puente medieval de Capella sobre el rio Isábena
Al instante el maestro fijo la mirada en las trufas y respondió. Veo reforestar todos esos campos que fueron robados al bosque, veo florecer una industria ligada a la trufa, veo llegar muchas gentes de otras ciudades y países a este pueblo, veo aumentar la biodiversidad de este territorio, veo mejorar la renta en muchos hogares, veo renacer una verdadera cultura de la trufa, veo una sinergia de los productos locales con la trufa, veo un impulso económico en esta tierra deprimida, y por último añadió, veo niños logrando sus sueños gracias a la trufa.
Una vez termino el maestro de expresar lo que podía significar las trufas, miro a cada uno de los niños y les confesó. Algún día seréis mayores, no dejéis que nadie robe vuestros sueños.
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