EL RETO DEMOGRÁFICO «PUEBLOS&CIUDADES».

EL RETO DEMOGRÁFICO «PUEBLOS&CIUDADES».

VERTEBRACIÓN, SOSTENIBILIDAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD, COLECTIVO, UNIVERSALIDAD,…

Afrontar el reto demográfico es una cuestión de fe, que pasa por un ejercicio de humildad y de reconocimiento por lo que significan los reinos de la naturaleza en el desarrollo y mantenimiento del equilibrio espiritual, social, político y económico en la Tierra.

El equilibrio demográfico contribuye como ningún otro parámetro al desarrollo sostenible y al mantenimiento del orden en la Tierra. El hombre debe usar su consciencia para salvaguardar las culturas y patrimonios rurales como identidad viva y diferente, a la vez que complemetaria de cada territorio.

Tanto si vives en un pueblo como en una ciudad estás bajo el mismo techo «la tierra». Quien no sabe cuidar de la Tierra es un necio y un loco. Pensar que el mundo puede tener un futuro dejando desaparecer los pueblos y convertir las ciudades en lugares deshumanizados por la magnitud de las mismas, es un error que pagaremos todos; ricos y pobres, altos y bajos, blancos y negros, del sur y del norte, de izquierdas y de derechas, del mar y de la montaña, etc…..

La realidad la construimos entre lo que comprendemos y lo que sentimos. A tenor de lo que observamos en la vida cotidiana parece ser que el hombre de forma generalizada ha entendido una pequeña parte del todo y cree que las situaciones y dificultades que presenta la vida son cosas que deben arreglar los demas. Hay que dejar de pensar y empezar a sentir, se debe empezar a dejar de hacer y empezar a ser. Solo un sentimiento profundo revela al hombre la fórmula, la fuerza y el coraje para acometer los cambios. La guerra que presenta la despoblación del medio rural y la masificación de seres humanos en las ciudades empieza en la batalla que cada uno quiere acometer por resolver esta realidad.

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En esta dualidad de pueblos y ciudades o ciudades y pueblos no hay ganadores y vencidos, el ser humano consciente debe buscar el camino de la tercera vía, el camino del entendimiento, de la fraternidad, del equilibrio, del reconocimiento de unos a otros, de hallar la estrucutura para que todos los hombres se vean favorecidos y la herencia a las generaciones venideras sea verdaderamente un ejemplo. Las armas de los hombre comprometidos por el colectivo no buscan destruir, sino construir espacios de oportunidades para los hombres sin importar la clase social, el color de la piel, el lugar de nacimiento, el partido político al que perteneces, la religión que profesas, etc…

El ser humano debe reflexionar sobre donde quiere estar y que quiere dejar a las generaciones futuras. Se trata de construir el presente con una mirada nueva, con el soporte del colectivo y la energía del amor para comprender a los otros.

Es una obviedad observar y analizar el criterio y la fórmula a la hora de hacer las cosas en la actualidad, de forma generalizada siempre sobresale el interés personal al colectivo, con esta posición en la vida es francamanete díficil poder construir nada duradero.

Los pueblos son necesarios y tienen el poder y la clave para resolver muchos de los problemas que hay en las ciudades. Empezando por el respeto sobre el reino mineral y de las posibilidades que ofrece el campo. Vivir en los pueblos simboliza el respeto por estos lugares de la Tierra, el mantenimiento de estos territorios en la belleza, el aprovechar de ellos su tierra para obtener productos de gran interés alimentario y/o gastronómico, de salvaguarda del patrimonio vegetal, son la base para el mantenimiento de las culturas y tradiciones rurales y son un ejemplo y seña de identidad de cada lugar de la tierra.

Al abandonar los pueblos, los pueblos nos abandonan a nosotros también. Las situaciones que estamos presenciando en los pueblos si lo hubieran contado hace 30 años hubiera parecido una película. La vida se mueve a cada instante, los tiempos cambian, aunque nunca se habían visto cambios tan vertiginosos y con una incidencia tan negativa sobre el descenso de la poblacion en las zonas rurales. El objetivo de la vida es cambiar, pero debemos reflexionar sobre que decisiones y acciones se llevan a cabo y las consecuencias que se deriban de esos cambios.

Hoy la poca gente que vive en las zonas rurales, si trabaja la tierra es para sembrar monocultivos, criar animales en intensivo, la agricultura de conservación y tradicional estan olvidadas, las huertas han quedado abandonadas a su suerte. Quién ha vivido en un pueblo, conoce la frase demoledora «ya no merece la pena»y pregunto: ¿es solo una cuestión de precio el abandonar las tradiciones, el cultivo y producción de productos primarios como las hortalizas, legumbres, leche, carne, por las medidas de los nuevos modelos de agricultura y ganadería intensiva con los resultados y consecuencias que estamos viendo?

La globalización es una escena más que le toca vivir al hombre en su paso por la tierra, lo realmente importante es saber gestionar este fenómeno. Todas aquellas actitudes inaceptables, impresentables e intolerables de aquellas personas que atentan contra la dignidad de los hombres, el desarrollo sostenible, el cuidado del planeta, el hambre en el planeta, el equilibrio demográfico, deberian detenerse para comenzar una nueva etapa en el planeta Tierra y acabar con la pérdida de identidad de hombres y lugares.

Si no hay reconociemiento de las cosas, aceptación de las consecuencias de nuestras acciones no puede haber desarrollo sostenible ni vertebración del territorio. Consecuencia de ello es la pérdida del equilibrio demográfico.

Abrirse a comprender que cada territorio tiene una ideosincracia y cosas que aportar, y si se abandona lo que estamos construyendo es un abandono a nosotros mismos. Abandonar lugares habitados durante siglos solo por el hecho de una deficiente o equivocada planificación, tiene consecuencias para el planeta y para todos los seres humanos que lo habitan.

Ninguna persona debería sentirse bien si hay otras que están sufriendo, esta certeza es una evidencia diaria que muestra la realidad de lo que acontece en el planeta.

El que los pueblos en zonas rurales no caigan en el abandono va más alla de una ecuación matématica de rendimientos y balances económicos. Cuando se destruye un pueblo se tira por tierra una cultura, un conocimiento, un saber hacer y se abandona un lugar que ha sido consciencializado y nutrido durante cientos de años para convertirlo en un lugar muerto.

El reto demográfico al que estamos asistiendo es consecuencia de las decisiones del pasado, y solo podemos afrontarlo con resignación si no elevamos nuestra capacidad de análisís para ver los errores y empezar a construir lo que realmente queremos ver en un futuro póximo. Pero esta acción no debe caer en una mera ilusión debe ser un hecho vivido desde el interior para que esta situación se ponga en su sitio.

Para poder defender, conservar, salvaguardar y mantener los pueblos rurales y todo la idiosincracia de cada uno se debe hacer un ejercicio de humildad y responsabilidad muy profunda en la que todos estamos concernidos.

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Desde luego que decisiones del pasado han llevado a la situación a este punto y ahora nos toca comprender, reconocer y aceptar la situación desde múltiples prespectivas para poder sacar las conclusiones y claves en como afrontar la despoblación rural.

Que coexistan y mantegan los pueblos y ciudades de forma armoniosa y equilibrada no es una cuestión intelectual, ni lógica, es un acto de Fe, es un pilar inquebrantable para mantener el orden en la Tierra y va más alla de intereses, pactos, medidas correctoras y estratégias económicas.

Es una responsabilidad del ser humano, estar atento en cada instante para cuidar y extremar la atención ante los desordenes sociales y modelos de gestión basados en intereses particulares. La belleza que se muestra en la naturaleza es una auténtica obra de creación pues los reinos animal y vegetal no se guardan nada, expresan y ofrecen tal cual han sido conceptualizados. En cambio, el hombre tiene la posibilidad de elegir, es libre y ello le permite decidir que hacer aunque muchas veces no es conciente de que cada acción tiene unas consecuencias muy duras en su entorno y en el planeta.

El territorio rural es una parte imprenscindible para cuidar y mantener las ciudades, Un territorio rural sin vida pone en riesgo la vida en las ciudades, por que no puede vivir uno sin el otro y sin que halla un equilibrio y reconocimiento del uno hacia el otro.

El ser humano debe empezar a tomar consciencia del tiempo perdido, del tiempo malgastado y de las oportunidades que ha dejado pasar. Todos los retrasos que ocasiona el hombre de forma consciente o inconscientemente perturban para que se pueda encontrar un equilibrio y que se mantenga este abandono del territorio rural con las consecuencias que de ello se derivan para el ser humano.

Vertebrar y dinamizar el territorio rural es posible, hay diferentes formas de abordar esta realidad pero una es el elemento dinamizador clave para que sea un exito. El rol de la cultura alimentaria y el saber hacer de los productores tiene el papel protagonista en esta labor.

Ya lo decian los antepasados; «Compra en casa y vende en casa y haras casa». Con solo un ejercicio de honestidad y un criterio enfocado en la puesta en valor de la cultura tradicional campesina, la defensa del patrimonio alimentario y el mantenimiento de la sostenibilidad se puede revertir esta situación. Si a esta base le añadimos la labor del I+D+I, tenemos la clave para revertir esta situación.

Los pequeños productores han sido los autéticos sostenedores y vertebradores del territorio rural durante cientos de años, han salvaguardado, cultivado y mantenido la biodiversidad de semillas y razas animales. En los útimos 30 años con la apertura de los mercados, la globalización y el mercado libre los nuevos modelos de producción agricola y ganadera han arrasado las prácticas tradicionales para demostrarnos en la actualidad que tampoco han sido la solución a los problemas de hambre en el mundo, de sostenebilidad en el planeta y de salvaguarda de los patrimonios alimentarios locales. Se contabilizan con los dedos de la mano los productos que se mantienen vivos en las zonas rurales, no hay relevo generacional y nadie quiere ser campesino ante las extremas dificultades que hay para poder salir adelante.

Un hombre, que vive en las zonas rurales, que cultiva y mantiene variedades locales, que conserva y protege el medio rural debe ser visto como un héroe, una persona que hay que edificar y poner en valor. Es el momento de profesionalizar y ensalzar la importancia de los mantenedores del territorio rural. No hay vertebración del territorio solo con el turismo, la verdadera vertebración se da con el mantenimiento y recuperación del buen uso del reino mineral, del reino vegetal y del reino animal de cada lugar.

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En la actualidad las zonas rurales salvo escasas excepciones nadie produce hortalizas, legumbres y carne extensiva. Consecuencia de ello las huertas han quedado abandonadas, las fincas donde no puede entrar maquinaria grande estan yermas y solo se producen monocultivos y carne en intensivo.

Se tiene que comprar y trarer el 95% de los alimentos en zonas con posibilidad de producir solo por cuestiones comerciales. Hay que empezar a tomar muy en serio la huella de carbono, la pérdida de puestos de trabajo, el abandono de oficios y técnicas tradicionales y la crisis de sabores consecuencia de la homologación de producciones.

Hace falta personas sensibles que tengan la capacidad de dinamizar y gestionar el valor que tienen los trabajos y oficios tradicionales, que sepan adaptarlos al momento presente y que comprendan que el cambio es posible si se mira con una visión integral el asunto que nos ocupa.

La despensa de las ciudades está en las zonas rurales, pero sin niños, relevo generacional y un envejecimiento de la población, la situación es un verdadero reto al que se enfrenta el hombre.

      ¡¡ El cambio empieza ahora ¡¡

 «Cambiando el hábito de comer transformamos el mundo».

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