HISTORIAS DE LA TRUFA NEGRA DE INVIERNO

HISTORIAS DE LA TRUFA NEGRA DE INVIERNO

Cuídame y te cuidare.
Cuenta la historia que había una perra en un pueblo del Pirineo Oscense con más conocimiento que algunas personas.
Su dueño, Ramón, presumía como un niño, pues aquella perra solo le faltaba hablar. Ramón era un señor octogenario, vivía solo, no tenía hijos y si una hermana viuda sin descendencia más joven que él al otro lado de la sierra.
El mayor disfrute de Ramón era salir al monte a cazar y recoger frutos. Pero su verdadera pasión era cuando llegaba el otoño y empezaban los primeros fríos. Su perra, Turca levantaba su trufa, haciendo ver como si el aroma ya hubiera llegado. Movía la cola pues sabía que comenzaba lo bueno y que en 5 meses no iba a oír más disparos y si a disfrutar del aroma que desprenden las trufas.

DSCF0127 Plantación de Trufa negra de invierno  en Aragón.

Ramón cada día con la escusa de ir a ver a su hermana se preparaba como para la fiesta, e iba al pueblo vecino un día sí y otro también. Se conocía la sierra como la palma de su mano y sabia como nadie cuando y con qué periodicidad tenía que volver a un trufero y cuando debía de no sacar más trufas y aguardar a la campaña siguiente. Era un experto su relación con la naturaleza era innata y con el mundo de la trufa era sublime su sagacidad, era capaz de reconocer un trufero con solo una mirada.
El invierno del 1980 cayó enfermo, una pulmonía lo dejo en cama en casa de su hermana. Ramón veía que igual no escapaba de la pulmonía y que iba a perderse la campaña trufera. Estaba apenado por su perra, no quería que Turca, pasara la campaña sin salir a disfrutar al campo por lo que empezó a pensar que podía hacer. Sabía que la perra disfrutaba tanto o más que él cuando llegaba el otoño, era como si sus vidas se transformaran.
Así que, llamo a su hermana y le dijo, dile a la persona que más confianza tengas en el pueblo que siga a la perra y lo que encuentre te dé a ti la mitad y la otra mitad se la que de él. Dicho y hecho, su hermana llamo a Pedrón de casa el Batan. Él era el afortunado, un varón solterón, muy buena gente y que tenía mucha confianza con Joaquina, la hermana de Ramón.

SARRION Venta de Trufa negra de invierno, Feria de Sarrión.

Cada mañana salía detrás de Turca y volvía a casa con el morral lleno. Pedrón era obediente y hacia y seguía a la perra con tanta precisión que parecía como si la relación con Turca fuera de toda la vida. Pero un día, la recolecta no había sido tan fructífera y Pedron se negaba a llegar a casa con el morral medio vacío. Ya de regreso, se toparon con una gran encina, parecía que al fin el día le iba a sonreír pues aquel bello árbol presagiaba que a sus pies tenía un prolífico trufero. Pedrón respiro hondo, miro a Turca sonriente y cogió aire de nuevo. Agarro su puñal, se arrodillo y empezó a sacar trufas furioso, ese día le había costado más tiempo volver a casa, se había aconstrumbrado a lo bueno y no quería aceptar que podía tener un día menos afortunado. Resulto que le faltaba una trufa para llenar el morral y empezó a hacer agujeros como si se hubiera vuelto loco en busca de una trufa. Una y otra vez repasando el trufero hasta que lo dejo como si una banda de jabalís hubiera pasado por encima. La perra estaba atónita, miraba a Pedrón sabiendo que lo que hacía era una animalada, pues nunca antes le había visto hacer algo así al señor Ramón. Pedrón siguió empecinado en la búsqueda de la trufa que le faltaba para llenar el morral, hasta quedar exhausto y poner rumbo a casa.

Y así fue, la avaricia hizo que aquel excelente árbol, dejo de ser fecundo y nunca más dio trufas.

Recuerda; si no cuidas un trufero, el trufero no cuidara de ti.

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