29 Dic JUDÍA BLANCA DE VILLABRÁZARO
Al terminar el año los excesos en las mesas se prodigan en demasía, quizás lo peor es la mezcla y el desconcierto que llevamos a la boca, difícilmente es creíble que un paladar pueda reconocer tantos sabores distintos y con tan poca conexión con el lugar donde nos encontramos. Asistimos a la aculturación de cada rincón del planeta por un modelo alimentario que borra sin sonrojo la esencia culinaria en los cuatro puntos cardinales del mundo presente. El inconsciente atrapa a la sociedad del siglo XXI y no le permite ver, ni intuir el verdadero cataclismo que ello genera.
Decía el filósofo griego Platón, “Aprender es recordar”, para Platón el conocimiento esta dentro de nosotros, por medio del verbo comunicamos y con ello cuando aprendemos simplemente recordamos. Hoy, en el panorama alimentario muy pocos son los que recuerdan lo que aprendieron de sus antepasados, se vive en un efímero presente que no nos permite aprender ni recordar.
Para cerrar el año 2023 me despido con esta humilde y sabia elaboración, para recordar que cada día es un buen día para seguir aprendiendo. La diversidad de legumbres, su cultivo y consumo local son un pilar esencial para la regeneración de la tierra y la salud de las personas. La receta atesora los registros que un plato debe cumplir con su relación y conexión con el territorio y el planeta.
Villabrázaro se encuentra en la comarca de Benavente y Los Valles, el río Órbigo discurre por la tierra de este municipio por la que transcurre también La Ruta de la Plata.
Una localidad con un pasado agrícola, el cereal de secano, principalmente el trigo fue la base de la economía. La huerta también jugo un papel importante, hoy la realidad es bien distinta. A pesar de tener agua y tierra, las personas han abandonado a la huerta y la huerta a abandonado a las personas, lo que significa una pérdida nunca vista que tiene y tendrá consecuencias a futuro muy importantes, al igual que esta sucediendo en tantos pueblos de la España rural.
Cada ser humano llevamos dentro el instinto de guardar, conservar e intercambiar lo que la tierra nos provee para alimentarnos, algunos todavía no lo han descubierto, probablemente porque en esta vida no lo han necesitado de verdad. En el otoño del 2023, me desplace a la feria del tomate de Piñel de Abajo, bendito lugar donde todos reman en la misma dirección, el encuentro esta eclipsado por personalidades de verdadero prestigio donde la sabiduría alimentaria se expresa en cada coloquio o tertulia.
José Miguel Luquero Tardón de Navalmanzano en Segovia me llevo las judías de con el objetivo de perpetuar la variedad. A José se las dio unos familiares que se veían en el balneario de Retortillo en Salamanca con unos vecinos de Villabrázaro. Detalle que muestra la sensatez de las personas del mundo rural, que se llevaban lo mejor que tenían aun de vacaciones para compartirlo y evitar la desaparición. Hoy parte de la muestra forma parte de la colección del Banco de germoplasma de Zaragoza.
En la vega del río Órbigo se sembró esta variedad durante generaciones, su excelente adaptación y su rusticidad hacían de ella un elemento primordial en la alimentación cotidiana. Hablamos de una judía de mata baja, se siembra en la segunda quincena de mayo, no tienen que ver el sol de mayo. La seca viene muy igualada, por lo que la recolección es muy uniforme en el mes de septiembre. La judía se comporta bien frente a enfermedades donde otras variedades perecen o merman su producción considerablemente.
JUDÍAS EN ACEITE
Ingredientes
- Judías blancas de Villabrázaro, 400 gr.
- Aceite virgen extra-variedad “Verdeña, Negral y Alquezrana” de Bierge, 1/2 dl.
- Sal de Naval.
Elaboración
- Poner a remojo durante 4-6 horas.
- Cambiar el agua y poner a cocer con agua fría a fuego muy lento. A mitad cocción añadir un vaso de aceite y terminar cocción. Poner a punto de sal. Se cuecen en torno a 40 minutos.
- Emplatar y servir.
- ¡¡Buen provecho¡¡
Comentario
La judía es apta para el consumo en seco, presenta un grano de color blanco y redondo. Es una variedad muy fina al paladar, se cuece fácil y para disfrutar de su sabor inédito e inigualable es recomendable cocerlas sin ningún acompañamiento.
Es cierto, muchas personas aseguran ya no hay judías como las de antes, aunque es mas cierto que si uno busca encuentra, lo que hace falta es empezar a valorar aquellas personas que cultivan para dar de comer como si fuera para ellos mismos y pagarles lo que realmente es justo, solo así recuperaremos el ciclo circular que ya mencionaban nuestros abuelos, “compra en casa, vende en casa y harás casa”.
Gracias José, han pasado unos meses desde que las probé y mantengo registrado en la memoria gustativa el sabor de la judía blanca de Villabrázaro.
Cambiando el hábito de comer, cambiamos el mundo.
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