COCINAR “EL ARTE COMPARTIDO”

COCINAR “EL ARTE COMPARTIDO”

La vida se nutre de ella misma, nuestra presencia forma parte de la vida, nuestras experiencias, nuestras tomas de consciencia nutren la vida y nutren a Dios. Un acto revelador que los seres humanos podemos realizar es permitir que nuestro inconsciente se revele para tomar consciencia y nutrir la vida.

Vivir la vida como si fuera la última inspiración, con una mirada grande, viendo todo lo maravilloso que es tener la oportunidad de haber nacido y poder ofrecer lo mejor de nosotros en esta encarnación. Estar aquí no es para ser más, es para aportar lo que no va a hacer otro, cuando estamos en la aceptación de lo que somos y tenemos la humildad de admitir y poner nuestros actos a beneficio del colectivo, nos hacemos acreedores que somos parte de esta vida.

Hay cosas en cada uno de nosotros que no nos gustan, hay que aprender a aceptarlas, este es el camino. Venimos a realizar nuestro papel, no más de lo que nos pertenece, ni menos de lo que es parte de nosotros. 

Mientras no consciencializamos las cosas que hacemos; cantar una canción, sembrar un campo, cuidar a niños, educar a alumnos, cocinar para otras personas, etc… no entramos en la grandeza de lo significa servir. Consciencializar no es hacer las cosas bien, es consciencializar que lo hacemos bien y que eso nutre la vida.

Sin biodiversidad no hay cocina ni tampoco sabor.

Para preparar una comida, vamos a la nevera, pero esa nevera se nutre hoy del supermercado. No podemos crear nada si no hay nada, por eso para poder crear una comida con criterio, antes tiene que haber un origen conceptualizado. Nosotros hacemos la elección, pero el alcance es infinito. Crear un plato, cualquier cosa, no es algo ajeno e individual es algo que forma parte del colectivo humano. Para crear, tiene que haber un soporte, tiene que haber una base y esa esencia y fermento, está constituido por la acción colectiva y consciente de otros seres humanos. Esta es la verdad de la vida, solos no podemos hacer grandes cosas, una cosa si, el ridículo. El éxito en la vida seda, si es colectivo, y el retorno es el éxito individual. La lectura que hacemos de las cosas es lo que da la dimensión de la vida.

La vida es. El crecimiento, el progreso en la vida no se mide por los bienes que tienes, se debe mirar por la progresión energética, el autoconocimiento. Cada vivencia, cada experiencia nos enriquece y la debemos poner al servicio del colectivo para subir la consciencia colectiva, la carrera no es con los demás es con uno mismo para revelar profundamente quienes somos y ofrecerlo todo antes de irnos.

Los prescriptores, los profesionales del mundo de la cocina tenemos una gran responsabilidad, nuestra mirada, pensamientos, ideas, acciones tienen que ser parte del cambio que queremos ver en el planeta. El alma de la tierra, esta huérfana del alma colectiva, de una humanidad que da la espalda a la naturaleza

La lógica de la sociedad actual pasa por el más y el menos, por el fuerte y el débil, el dominio y la sumisión, frente a esta peligrosa comparativa solo cabe nutrir la vida con el corazón.

La huerta, el jardín de los sabios.

El acto de cocinar, lo llamo “el arte compartido”, porque nos hace más humanos, nos da una dimensión universal si se realiza en consciencia. Nadie tiene la autoridad de apropiarse de algo que pertenece al colectivo humano, el arte culinario es un compendio de aspectos y matices donde humanos, naturaleza y el espacio y tiempo dotan de vida a los platos, un acto efímero, pues es el instante el que marca tal número de cosas que no resulta fácil la mayor parte de las veces consciencializar y poder reconocer por todos los parámetros que pueden considerarse a la hora de valorar “el arte compartido” que expresa una creación culinaria, además de su sabor y su retorno al planeta.

Cocinar es el arte más sublime que el creador ha regalado para satisfacer al colectivo humano. Son tres actos los que pasan en un espacio tan breve de tiempo que cuando se descuidan y no se consideran como tales las consecuencias las sufrimos todos. En primer lugar, es la conformación del plato por todos los actores que participan en él considerando el respeto a la tierra y las singularidades de cada territorio. El segundo aspecto es el disfrute en el templo palatino a través de los sentidos, y por último el tercer acto que debemos aprender y compartir es el de consciencializar y devolver a la Tierra toda la información recibida para nutrirla por la consciencia de cada ser humano.

Este 2025, es tiempo de cambio. Apostar por un mundo donde lo excepcional sea comer cosas que se cultivan a miles de kilómetros y lo habitual sea reconducir las mesas con comida de proximidad emulando a todas las civilizaciones que nos han precedido a lo largo de la historia, comer en base a la diversidad local, cuidando la tierra y elaborando recetas tradicionales adaptadas al siglo XXI. Creo firmemente en un modelo local, regional, de mercados que abastezcan a la población cercana. Si hay una camino para lograr la alimentación y gastronomía sostenible, pasa por la vertebración del territorio en el plato y a través del disfrute en el paladar nutrir el planeta para subir la consciencia de la sociedad actual.

Piensa que futuro quieres dejar a las próximas generaciones. El alimento y el sabor es la verdadera base de la cocina identitaria del planeta.

El conocimiento y la riqueza debe ser compartida, la especulación y pensamiento individual es un genocidio que ha hecho demasiado daño; el sabor se ha esfumado de los platos, las enfermedades por una alimentación mediocre campan a sus anchas y la obesidad es una realidad en la sociedad actual. El futuro depende de los seres humanos responsables, de una educación consciente y de la labor de uno de los oficios más antiguos de las civilizaciones, dar de comer, cocinar tiene un rol capital en el devenir de la sociedad en el planeta.

En el presente siglo XXI la excelencia de un plato debe responder a tres máximas o principios; bueno de sabor, bueno para el colectivo y bueno para el planeta.

 

¡¡Nos vemos en las huertas¡¡

 

 Cambiando el hábito de comer, cambiamos el mundo.

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