12 Sep VAINETAS DE ARATORÉS “MONUMENTO VEGETAL DE LA HUERTA PIRENAICA”
Aratorés (1021m) es la última localidad de todo el Valle del Aragón donde se puede encontrar una huerta con entidad. Los tiempos modernos están llevando las cosas a un ritmo tan acelerado que no está dando tiempo a reflexionar si los cambios tan veloces favorecen a los mortales o hacen todo lo contrario.
La huerta de Aratorés (950m) también aportó algunas semillas al Banco de Germoplasma de Hortícolas de Zaragoza en el año 2007 de la mano de Eduardo Ara Lacasta. En la actualidad es su hijo quien mantiene y cultiva las semillas heredadas de sus padres.
Conocí a Eduardo hace un lustro y en varias ocasiones he visitado su huerta a orillas del río Aragón y les confieso que mantiene el mismo entusiasmo y responsabilidad por salvaguardar la huerta familiar y disfrutar especialmente de las cuatro variedades de judías locales para consumo propio; boliche blanco, boliche amarillo fino, boliche rojo, judía del Pilar y judía tierna o vainetas de Aratorés.
El presente mes de septiembre me reencontré con Eduardo, en el paraje de “Campo iglesia” donde se encuentran las huertas de regadío de la localidad. Curiosamente varias décadas atrás todas las casas tenían su huerta para el consumo familiar en este paraje, en la actualidad solo la huerta de Eduardo se mantiene activa.
Pasamos una tarde de tertulia, observados por el pico Collarada (2.883m), donde atendí con interés las explicaciones de Eduardo sobre la realidad del mundo hortícola en el Valle del Aragón. Desde Jaca a Canfrán las huertas han quedado abandonadas en su gran mayoría, y las pocas que siguen activas son espacios de 30 metros cuadrados con planta procedente de viveros, hecho que demuestra el deterioro de la cultura hortícola, donde toda la sabiduría ha quedado relegada o desaparecida para siempre como si ese legado no fuera un valor que debiera salvaguardarse.
Me repetía una y otra vez Eduardo; “Le queda un telediario para que desaparezcan lo poco que queda de la cultura hortícola en el Valle del Aragón”
Esta realidad, muestra el desprecio y el desinterés y/o manipulación dirigida por el poder donde en la actualidad salvo excepciones la sociedad está sujeta a las condiciones del mercado alimentario. Un hecho que manifiesta, como si los huertos fueran un espejismo o cosa de otro mundo y no formaran parte del pasado y confronta con la vulnerabilidad de la sociedad actual en materia alimentaria.
Pone los pelos de punta observar con tus propios ojos como en un lugar donde hay agua, tierra y sol, se prefiere abandonar estos elementos de la naturaleza y vivir a expensas de lo que suministre el mercado.
¿No creen ustedes que en algo nos estamos equivocando?
Les dejo con esta sublime receta que me confeso Eduardo, me reitero, se puede acompañar con ajo y otras hortalizas, pero, si quieres disfrutar del verdadero manjar y de la terneza, perfume y sabor de estas vainas, recuerda poner solo en el plato; vainas, patatas y aceite.
VAINETAS HERVIDAS CON PATATAS Y ACEITE
Ingredientes
- Vainas variedad “Judía tierna” de Aratorés, 700 gr.
- Patatas, 4 unid.
- Aceite virgen extra “Negral, Verdeña y Alquezrana” de Bierge, 1/4 dl.
- Sal de Naval.
Elaboración
- Pelar, lavar, cortar al gusto y poner a cocer en agua fría las patatas.
- Cortar y lavar las vainas.
- A los cinco minutos de hervir las patatas, incorporar las vainas y cocer unos 10-11 minutos más. Una vez cocidas las vainas, retirar del agua y cortar la cocción en agua fría durante un par de minutos y escurrir.
- Servir las vainas y patatas en un plato, sazonar y acompañar con un buen chorro de aceite de oliva virgen.
Comentario
Estamos ante una judía local apta para consumo de las vainas frescas. Las vainas son de color verde, sección plana, finas y estrechas, tras la cocción ofrecen una tersa textura y a la vez crujiente.
Esta variedad de judía adaptada a la climatología del Valle del Aragón, regala a quien tiene la suerte de probarlas un sabor exquisito a judía tierna, muy limpio y con matices a hierba fresca. En boca, llena todo el paladar con un ligero toque a frutos secos, especialmente avellana.
Un plato de auténtico lujo, donde la sencillez muestra de forma aplastante que es una condición humana muy a tener en cuenta y que bien por descuido o por torpeza pasamos por alto más veces de las que debiéramos.
Cambiando el hábito de comer, cambiamos el mundo.
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